DT de Argentina complicado y aturdido
Un Monumental semivacío y disconforme, un equipo sin respuestas y lleno de talentos ofensivos, un rival mínimo como Bolivia que le hizo pasar un papelón por varios minutos. Creando un fantasma del 6-1 o como fue aquella derrota con Venezuela.
La imagen del viernes está fresquita, pero es la secuencia final de una película de años. De antes de ganar el último título en 1.993, por dar alguna fecha. Con guiones vencidos, tramas previsibles, agotadas y autores a los que ya no les alcanza con aquellos volantazos que hacían que la película volviera a ser entretenida.
¿Quién va a responder por la obra? Los jugadores que se comprometen a cumplir una táctica y desequilibrar con sus condiciones de selección, los DT (Sabella y los que prometieron volver a los primeros planos caso Maradona, Batista y Basile) por sus planes y sus convocados. Y los administradores, que también fueron responsables de los buenos momentos.
Grondona, seguro, y también los “sijulistas”. Los nuevos y los viejos. Y todos los que imaginaron a la selección argentina convertida en una unidad de negocios y a Messi como el elemento de última generación por el que todos pagan.
Los partidos con Chile y Bolivia son excepciones o reglas. Se dijo que fue porque en Europa era horario central. Fijar un partido a las 17 de un viernes para que millones vieran un estadio semivacío con un Messi fastidioso e irresoluto.
Antes alguien pegaba un portazo y se iba. Julio Grondona (hijo) llegó a decir que deberían irse todos, incluido él, su hermano Humberto y papá Don Julio. Pero nadie se fue. Sólo hubo reparto de premios para los adláteres como fue descentralizar un poco la selección, promesas de un campeonato federal con más plata para los clubes que debían levantar la mano en la reelección de Grondona en AFA, una selección B para mostrar sus figuras y poder venderlas más caras al exterior.
Y cuando las papas quemaron se trajo a Maradona (que ni él se acordaba de cuando había dirigido Mandiyú y Racing), luego se lo limpió y finalmente, después de 32 años, Grondona echó, tras la última Copa América, a Batista, sucesor de Diego y quien hacía un mes había firmado su contrato.
Y lo que es peor, nuestros más grandes referentes nacionales eligieron el peor momento para blanquear que tanto en la era Maradona como en la era Batista, había convocatorias interesadas. Hasta llegar ahora al mismo Juan Sebastián Verón cuya candidatura a dirigir las juveniles ya generó rispideces en la AFA.
Presente preocupante
Es la selección que no tiene cuadro ni marco. Su inicio arranca en la cancha. Vivimos el post-maradonismo, aquel que nació en 1994, cuando la enfermera se lo llevó de la mano tras aquel partidazo ante Nigeria para cortarle las piernas, como al fútbol argentino, tras el famoso dopaje.
Se refiere, claro está, a la era posterior al mejor jugador de todos los tiempos y al modelo de juego que él imponía. Su impronta permitía ganar partidos por sí solo, y con buenas segundas guitarras (caso Valdano o Burruchaga), dispuestos a secundar al que todo lo podía.
Ese modelo nos dio muchas satisfacciones, pero para un momento de la historia. Tenía fecha de vencimiento. Como Brasil mismo vivió el post Pelé, que estuvo 24 años sin ganar títulos y en el proceso para volver a convertirse en una potencia hubo varias etapas, en las que no hubo tanto jogo bonito.
Del proyecto a la Messi dependencia. Las eras Bielsa y Pekerman parecieron ser la primera parte de un pretendido renacimiento. Sobre todo en juveniles, donde el propio ex DT del Colo Colo y Argentinos conjuntamente con su equipo, hicieron historia en títulos y formación de jugadores.
Luego de volverse en primera ronda en el Mundial 2002, se dispararon las presiones para el ex DT de Newell´s. Hasta que se quedó sin energías luego del oro olímpico 2004.
La chance le llegó a Pekerman con un plantel que mayoritariamente pasó por sus manos. Nos quedamos afuera en los penales ante Alemania en 2006.
En esa misma era Pekerman, a la Argentina le nació Messi, debutante en Alemania. Su presencia obligaba a pensar. La messidependencia o la idea de juego con el pibe como herramienta más decisiva. La primera opción fue con Basile, Maradona, Batista y ahora Sabella. La segunda opción fue del Barcelona, que le dio una estructura para que su talento gravitara desde el orden. Mientras acá lo único que se le pide es que sea el del “Barsa”, cuando ni siquiera sabe quienes serán sus interlocutores. Con esa exigencia, debe ser el ideal de sí mismo, y hasta más que Maradona.
Sabella dice que Bolivia es inferior a la Argentina y que su equipo jugó bien. Es innegable, lo primero; vergonzante lo segundo. ¿Cuán superior es Argentina al citado Bolivia, que ya nos tiene de hijos; a la Venezuela que ya hizo historia con su primera victoria; y a Colombia, futuro rival que debió ganarnos por Copa América? ¿Qué pasó con los DT de juveniles que no formaron a ningún central que mínimamente asegura marca y compromiso? ¿Y los laterales?
¿Es apto para idear un plan agresivo si sólo uno de ellos, como Clemente, es el que pasa al ataque y el mejor intérprete de Messi? Y eso. Los socios del crack, no lo han entendido. ¿Es tan difícil jugar para Messi? O la historia es jugar con Messi, que tenga un coordenada para no tener que jugar por todos los que creen que pierden gravitación? No hay respuestas. Sí, silencio. Mucho. De esos que duelen